lunes, 16 de febrero de 2009

Entrevista al Obispo de Segovia


Entrevista realizada por Marcelo Galindo al obispo de Segovia Ángel Rubio Castro y publicada en el Adelantado de Segovia el 7 de diciembre del 2008.


En este primer año al frente de la Diócesis ¿Cuáles han sido sus impresiones sobre la provincia tanto en el aspecto social como en el espiritual?

La Diócesis de Segovia tiene muchos años de existencia. Nantiene todavía un sustrato firme de religiosidad y de valores morales cristianos, que se traducen en prácticas de moral pública y privada. Son abundantes las tradiciones de religiosidad popular; pero sin embargo se da un cierto costumbrismo religioso y afloran criterios morales que se guían por la eficacia, por el lucro o por un pragmatismo demasiado barato. En consecuencia, considero preciso seguir trabajando en la personalización de la fe y en la formación más profunda de los fiels.

En su homilía durante la toma de posesión, dejó como una de las líneas fundamentales de su trabajo en la provincia la revitalización del Seminario Diocesano y de las vocaciones sacerdotales. ¿Comienzan a verse ya los frutos?

Desde que llegué a la diócesis quise comenzar por lo sencillo, por confirmar lo mucho y bueno que se venía haciendo y aspirar al mismo tiempo a potenciar con mayor interés la nueva evangelización necesaria en nuestro siglo XXI; que no tiene como horizonte el mundo pagano, sino una sociedad que está de vuelta del cristianismo.

En este trabajo de la nueva evangelización son imprescindibles los sacerdotes, y de ahí el empeño por constituir el seminario que es lugar de preparación y formación de los sacerdotes. En Segovia, todavía no tenemos Seminario Menor. Hemos dado los primeros pasos para organizar el Seminario Menor en Familia, espero que muy pronto exista el pequeño grupo de niños y adolescentes que en colaboración de las familias y matriculados en sus centros de enseñanza, nos permita presentar a los aspirantes al sacerdocio.

El hecho cierto es que Segovia cuenta con una nómina de sacerdotes muy envejecida y con un exceso de trabajo pastoral debido al exceso de parroquias ¿Cuál es la solución a este problema?

La solución al problema vocacional será siempre el Seminario Menor y Mayor, contando de manera particular con las familias más comprometidas en la diócesis y también con las comunidades y grupos apostólicos.

Por supuesto en cualquier momento y a cualquier edad o condición, el Señor puede llamar a un joven o a un adulto y la diócesis le recibirá para darle la preparación necesaria para ser sacerdote. Si en estos próximos años inmediatos no llegamos a tener diez nuevos sacerdotes, muchas parroquias quedaran sin atender en sus servicios religiosos. Es verdad que buscaremos soluciones, las unidades pastorales que ya existen en algunas partes de la Diócesis, tienen esta perspectiva de futuro. Trabajemos con empeño y confianza, sabiendo hacerlo todo como si todo dependiera de nosotros y esperando todo como si todo dependiera de Dios.

Aunque en este tiempo ya ha podido conocer en gran medida la realidad de la provincia, en los próximos meses afronta su primera visita pastoral a la diócesis ¿Cuál es su objetivo? ¿Tiene alguna idea prefijada?

He terminado el primer Arciprestazgo de Carbonero y estoy por las parroquias del segundo arciprestazgo en la Granja. Con la Visita Pastoral quiero acercarme y hacerme próximo a todas las comunidades cristianas para conocer a los fieles que han sido encomendados, especialmente a los más necesitados de misericordia y aliento. La Visita Pastoral ha de incrementar la comunión eclesial y servirá para revitalizar las parroquias con nuevo ardor y nuevo estilo para la nueva evangelización.

También en este tiempo ha emprendido una renovación de los órganos de Gobierno de la diócesis introduciendo sacerdotes jóvenes en puestos de responsabilidad. ¿Obedece esto a un deseo de revitalizar el trabajo en la provincia?

En la Curia Diócesana que es como el corazón de la diócesis, he querido dar participación a los sacerdotes jóvenes y menos jóvenes, porque todos son valiosos en el gobierno para la diócesis. He querido a través de los distintos órganos y personas que colaboran con el obispo (vicarios, arciprestes, consejeros, delegados, directores de secretariados, consiliarios, etc.) que todos estuvieran representados y fueran corresponsables. Por cierto entre los cargos de responsabilidad en la diócesis, hay seglares, ecónomos y viceecónomo diocesanos. Lo que puedo hacer con los demás nunca lo hago solo. Ni es bueno que cada uno lo hagamos todo.

Una de las notas más características de su primer año al frente de la Iglesia en Segovia ha sido la sintonía con las instituciones públicas, y sobre todo, con los segovianos, que le consideran un hombre cercano ¿Cómo valora este reconocimiento?

Considero mis relaciones con las instituciones públicas de orden Político de respetuosa independencia y con sus deseos de colaboración para trabajar con libertad por el bien de todos, para poder vivir en la sociedad en paz y en justicia. No se puede confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas para los dirigentes políticos. Desde aquí agradezco la ayuda y colaboración que la Iglesia de Segovia recibe de la Junta autónoma y de otras instituciones provinciales y locales.

Después de esta primer año, toca afrontar la programación diocesana para el presente curso, orientada expresamente hacia la formación catequética para la iniciación cristiana ¿Cómo afronta este trabajo? ¿En que medida puede solapar las acciones realizadas con anterioridad referidas a aspectos como la familia?.

Con el programa pastoral que hemos iniciado no se prescinde de nada que la diócesis hubiera realizado con anterioridad como podría ser, el Congreso Diocesano sobre la Familia en mayo del 2007. Precisamente la Iniciación Cristiana del presente curso ofrecerá itinerarios para las familias y para los nuevos esposos, y las "Orientaciones" publicadas se dirigen principalmente a las familias para poder con su ayuda perfilar itinerarios para niños, jóvenes y adultos. La familia ante el siglo XXI, solo será verdadera familia si sabe realizar la maternidad eclesial con todos sus miembros

Hace pocas semanas publicaba su primer libro como obispo de Segovia en el que recoge un catálogo de orientaciones para la transmisión y celebración de los sacramentos ¿Hacía falta en Segovia una obra de estas características? ¿Cree usted que ha sido bien entendida por los católicos segovianos?

Al comenzarar el nuevo curso he publicado "Orientaciones catequéticas y pastorales para la preparación de los Sacramentos en la diócesis de Segovia". Lo he considerado necesario para coordinar y unificar criterios a la hora de solicitar cualquiera de los siete sacramentos, especialmente, los que se reciben por primera vez. Los sacerdotes, las familias, los catequistas y responsables de diversas acciones eclesiales, lo deben explicar y ofrecer, para vivir el sentido de comunión en la Diócesis.


En este tiempo convulso de cambios económicos y sociales derivados de la crisis ¿Cuál debe ser la respuesta de los católicos?

La crisis económica que nos toca vivir afecta a todos, de manera especial a las familias en situaciones precarias, a los inmigrantes y a los trabajadores de baja cualificación. En los locales de Cáritas se están viendo ahora más rostros de españoles, familias que vivían con lo justo ahora se les ha "acabado el pan y piden ayuda de alimentación, búsqueda de empleo, ayuda para material escolar de sus hijos, etc. La crisis nos golpea a todos.

El esfuerzo sobre todo de las administraciones por combatir la pobreza más grave, ha sido mínimo. La Iglesia no tiene recetas para combatir estas crisis. La Iglesia ha de esforzarse por la fraternidad y solidaridad con los pobres y necesitados y ofrecer las orientaciones abundantes que respeten el orden moral y obedezcan los designios de Dios sobre el hombre.

Al Estado le competen los servicios exigidos por la justicia humana para la caridad que brotan del corazón de la Iglesia Madre a tener siempre un espacio en nuestra sociedad desarrollada que no es capaz de cubrir las necesidades humanas, generando además nuevas formas de pobreza. Por tanto la caridad que se distingue de los servicios sociales del Estado, será siempre un deber y un derecho de la Iglesia.

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